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En Alicante, tenemos nuestro propio vivir. Es un vivir auténtico, único, ligado a la emoción; un vivir verdadero y envidiable. El motivo por el que la gente que viene se quiere quedar. Un vivir que tiene que ver con sobremesas que se alargan, con tener siempre los pies en el agua y con dormir la siesta a la sombra de un ficus o bajo un toldo amarillo. Un vivir que tiene que ver con el aroma a tomillo, a esparto, a fuego, y a sal. Con disfrutar de un senyoret acompañado de una copa de vino que nos habla de encuentro, de hogar, de mestizaje y del mediterráneo.

Y desde 1510, nos dedicamos a embotellar en cada vino de Alicante nuestra forma de vivir.

Porque mientras fuera de aquí todo el mundo se preocupa por sobrevivir, aquí se sabe sobre vivir.

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