Francisco Quiles: “Somos una bodega fiel a los vinos que solo se pueden hacer en Alicante, por ser hijos del clima, del suelo y de la variedad autóctona”
07 Mar 2014 Francisco Quiles: “Somos una bodega fiel a los vinos que solo se pueden hacer en Alicante, por ser hijos del clima, del suelo y de la variedad autóctona”
Por Iza Święcicka
Paco Quiles (Monóvar, 1970) junto con su hermano Primitivo, son la cuarta generación de bodegueros de la bodega Primitivo Quiles de Monóvar, un negocio familiar con más de 200 años de tradición. Estudió Empresariales en Alicante. Mientras cursaba la carrera pensó en dedicarse a ser funcionario o a la banca. Pero se incorporó a la bodega para tener una experiencia en el trato con los clientes, una de las cosas que más le gusta, y se quedó. Como subraya, la filosofía de la empresa se apoya en “una manera de hacer las cosas, basada en la ética personal y profesional, donde nuestros clientes se convierten en amigos, y este es el mayor legado que nuestros antepasados nos dejaron”. Además, sigue fiel a la tradición de hacer vinos que solo se pueden elaborar en Alicante. El trabajo de estos bodegueros de Monóvar está reconocido con premios internacionales, como la Gran Medalla de Oro en Berlín (Alemania) para su Fondillón, y altas puntuaciones tanto de Parker como de la guía Peñín, para sus vinos.
P: ¿Qué significa para usted regentar un negocio con más de doscientos años de tradición?
Nuestra familia se dedica al mundo del vino como viñadores y posteriormente como elaboradores desde 1780. El fundador de la bodega, el primer Primitivo Quiles, comenzó a comercializar vinos ya en la actual bodega a principios del siglo XX. Fundamentalmente, la mayor herencia que nos han hecho a mi hermano y a mí, que actualmente dirigimos la bodega, es una manera de hacer las cosas, basada en la ética personal y profesional, nuestros clientes se convierten en amigos, y este es el mayor legado que nuestros antepasados nos dejaron. Esta fuerza permite que un negocio pase de generación en generación. Es nuestra responsabilidad continuar con esta herencia.
La filosofía de la bodega se basa en una manera de hacer las cosas, con ética personal y profesional, que es el mayor legado que nuestros antepasados nos dejaron.
P: ¿Qué momentos en la historia de la bodega destacaría?
Sobre todo, cuando se salvaron las dos soleras de Fondillón de El Abuelo después del desastre de la Guerra Civil. Alicante fue el último reducto del Gobierno Republicano. Mucha gente salió de España por el Puerto de Alicante y en avión desde el campo de aviación del Plá del Manyà, donde ahora solo hay viñedos. Saquearon la bodega y la emplearon como almacén de piezas de aviación. Pero esas dos soleras se salvaron. Al finalizar la guerra se continuó con una de las soleras de Fondillón de El Abuelo. La otra se comenzó a rellenar con Moscatel y así surgió el Gran Imperial, un vino dulce de Moscatel viejo, que aún hoy continúa en producción.
P: ¿Por qué se valora tanto el Fondillón de Primitivo Quiles? ¿En qué se diferencia de otros?
En la provincia se hacen muy buenos fondillones. Pero, en nuestro caso, esa fama tiene que ver con la tradición y cada año se procura seguir los mismos estándares. Los puntos clave de nuestro fondillón son los viñedos viejos de Monastrell, la sobremaduración en la propia planta que permite una mayor concentración de azúcar, la fermentación lenta y los toneles monoveros centenarios de roble viejo. Además, la crianza en soleras está encaminada a que se consiga un vino siempre muy parecido. Al final, se consigue un vino muy identificable y característico que en una cata ciega de fondillones siempre suele ser reconocido. Nuestro mérito es haber conseguido que sea muy identificable a pesar de ser tirajes realizados en distintos años.
P: Tal y como lo elaboran en su bodega, ¿a qué nuevos peligros se puede enfrentar la existencia del Fondillón?
En ocasiones, hay factores que pueden afectar al futuro de los viñedos viejos. Ha habido unas épocas en que la política de arranque de cepas de la UE no ha favorecido la permanencia de esa vid tan necesaria para el Fondillón. En muchas ocasiones a los viñadores les fue más fácil arrancar, vender y hacerse con la subvención. Por ello, una de las cosas que tenemos que procurar es mantener este tipo de viñedo, no solo para el Fondillón, sino también para elaborar vinos jóvenes, como hacemos en nuestra bodega.
P: La bodega Primitivo Quiles era unas de las que encabezó la Denominación de Origen Alicante. ¿Cómo valora esta colaboración?
Nuestra bodega tenía la conciencia de que la Denominación de Origen iba a poner en valor el vino alicantino mediante la protección y la difusión del producto, así como para asegurar su calidad. En los últimos años, la DO ha hecho un esfuerzo muy grande por conseguir la acreditación como entidad de certificación que imponía la UE para armonizar esta actividad. Los estándares de calidad exigidos a la DO y a las bodegas son muy elevados, pero se han cumplido. Nuestra relación es muy buena porque estamos todos en el mismo barco. El mundo del vino está siendo cada vez más exigente, sobre todo en Europa. Conforme se establezcan reglas claras, que exijan una calidad superior a los Consejos Reguladores y a las Bodegas, el mayor beneficiario será el consumidor.
P: ¿Cómo fue su incorporación a la bodega?
Me involucré definitivamente al terminar mis estudios de empresariales, hasta entonces solo hacía pequeños trabajos en la bodega sobre todo durante los veranos. Barajé dedicarme al funcionariado o a la banca. Al terminar los estudios quise tener una experiencia de trato con clientes en la bodega. En principio, era algo temporal, pero me gustó tanto el contacto con la gente y cómo se vendía el vino, que me quedé. Comencé a viajar al extranjero para vender y eso aún me atrajo más.
P: Entonces, si usted se dedica a vender ¿quién elabora los vinos en la bodega?
Mi hermano estudió también empresariales, pero le atraía mucho saber cómo se hacía el vino por lo que es el enólogo, gracias a su formación en Enología y a la base que le aporta la tradición familiar, sobre todo de mi padre. Él es el responsable de todo el proceso de elaboración y crianza.
P: Básicamente, siempre han empleado Monastrell para elaborar sus vinos tintos. ¿A qué se debe tanta fidelidad?
Hasta hace cien años la primera industria de la provincia era el vino. El Puerto de Alicante se desarrolló por su comercio y exportación. Desde el siglo XVIII, mi familia tiene tradición en cuanto a la elaboración de vinos. Sin embargo, como bodega no comenzó hasta finales del siglo XIX, en un momento de declive debida a la industrialización. El mundo basado en el vino fue cambiando pero mi familia siempre tuvo en mente ese bagaje de la importancia en la historia del vino de Alicante. Y, éste lo fue, gracias a la Monastrell.
P: Y aparte de las razones históricas, ¿qué otros factores hay?
Los vinos de calidad provienen siempre de viñas viejas. Éstas en Alicante son, básicamente, las de Monastrell. En las décadas de los 80 y los 90, se puso de moda hacer vinos de otras variedades, sobre todo, francesas. Esas variedades conforme van siendo más viejas van dando una serie de calidades que son apreciables. Por ejemplo nuestro Roble contiene un 60 por ciento de Monastrell y un 40 por ciento de Merlot. Nuestro compromiso es hacer siempre un vino con al menos la mitad de nuestra uva autóctona. No descartamos realizar nuevos coupages empleando otra variedad siempre que se respete el protagonismo de la uva autóctona. Es nuestro leitmotiv.
Hasta hace cien años la primera industria de la provincia era el vino.
P: ¿A qué se debió esa moda de la que habla?
Cada región productora de España tenía sus propias uvas históricas que diferenciaban sus vinos. Pero los elaboradores prefirieron las nuevas variedades porque sonaban más comerciales. Con el tiempo se han dado cuenta de que no tenía sentido. Actualmente lo más apreciado, por el mayor conocimiento que hay en los mercados, es volver a las variedades tradicionales. Eso no significa que se dejen de elaborar vinos de Cabernet o Merlot, sin embargo, ahora no hay ni una sola bodega en Alicante que no tenga vinos con Monastrell.
P: ¿Por qué la bodega Primitvo Quiles no lo hizo?
En los años 90, muchos productores preguntaban a mi padre por qué seguía elaborando con Monastrell. La respuesta que daba siempre era que somos una bodega fiel a la filosofía de hacer vinos que solo se puedan hacer en Alicante, por ser hijos del clima, del suelo y de esa variedad. El vino ha de reflejar el sitio donde está elaborado y su personalidad es importante. Cuando llegaron los reconocimientos internacionales con el Fondillón y el Raspay, los críticos habían comenzado a ponderar los vinos en función de la región de origen y la variedad de uva. Nosotros representábamos eso.
P: La apuesta ha sido acertada. Muchos bodegueros de la zona vuelven a elaborar con Monastrell.
Sin duda. Desde hace unos años, la gente del vino ha vuelto la mirada a este tipo de vinos tradicionales de cada región. Para nosotros es una satisfacción porque comparte nuestra idea sobre el vino. Pienso que es positivo para todas las bodegas a nivel nacional. Además, el consumidor cada vez más elige los vinos en función de la variedad de uva. Si lo que quiere probar es un Cabernet acudirá a un Burdeos o a un Rioja para consumir Tempranillo. El motivo es que los viñedos viejos están en esas zonas y, además, llevan muchos años trabajando esa variedad de uva y saben cómo funciona. Un vino español cien por cien Cabernet Sauvignon, en principio y salvo excepciones, no parece una elección muy segura.
El vino ha de reflejar el sitio donde está elaborado y su personalidad es importante.
P: ¿Qué opina de la Moscatel?
Es una uva muy tradicional y muy fragante, cuyos viñedos están al lado del mar y se benefician de la frescura de las brisas marinas. Algo muy difícil de igualar.
P: Quique Dacosta tiene en su carta Vinos Alicante DOP. Uno de ellos es de Primitivo Quiles ¿Qué significa esto para usted?
Representa un orgullo que gente de la tierra apueste por los productos que nos diferencian. Elaborar un producto en su tierra de origen y ponerlo en valor, marca la diferencia con el resto. Quique tiene una elaboración muy particular sustentada en materia prima de la tierra que gana valor al maridarla con un vino también de la tierra. No hacerlo es perder parte del mensaje que estos productos transmiten al cliente.
P: Aun si, es difícil encontrar vinos en los restaurantes ¿Qué opina de la relación entre bodegueros y restauradores en la zona?
En España, siempre ha sido difícil valorar el producto autóctono. Tradicionalmente, este hecho se justificaba debido a que por ejemplo, en una zona turística como Alicante, la restauración ofrecía los productos que demandaban sus clientes. Para un restaurador eran más arriesgados los vinos alicantinos, por ser más desconocidos. En los últimos años, a raíz del reconocimiento que nuestros vinos consiguen en el extranjero, se está recuperando el prestigio perdido. Las puntuaciones de Parker y la Gran Medalla de Oro para nuestro Fondillón en Alemania, favorece que los Vinos Alicante DOP estén mejor valorados. Lentamente, los restauradores son conscientes de que son vinos de calidad que les diferencian.
El consumidor cada vez más elige los vinos en función de la variedad de uva.
P: Ahora que lo menciona, ¿qué opina del trabajo de Robert Parker o de la Guía Peñín?
A pesar de obtener buenas puntuaciones, siempre he sido escéptico en cuanto a la gente que se dedica a opinar sobre el trabajo de los demás. Creo que hacen bien su trabajo, de manera correcta. El mérito que tienen estas guías es ser una herramienta útil para el importador de vinos que carece de información de determinado país. Actúan como un filtro que sirve para establecer un límite de puntuación por encima del cual hacer una selección. Las buenas puntuaciones que hemos obtenido han servido para que nos conozcan en muchas partes del mundo.
P: ¿Cuántas botellas produce la bodega al año la bodega?
Actualmente unas 600.000 de las cuales alrededor del 60 por ciento se venden en España. Pero cada vez vendemos más al exterior y la tendencia es a igualarse ambos mercados. El futuro está en exportar más. La bodega exporta al resto de Europa, a Australia, Estados Unidos, Japón y China. Actualmente, el mercado asiático apuesta muy fuerte por los vinos españoles.
P: ¿Cómo fue su experiencia estadounidense?
Después de mucho perseverar, conseguimos algo muy complicado, vender allí. Hace 9 años no había tantos vinos españoles como ahora. Fuimos y contamos lo que era el Fondillón y su historia, el Raspay, el vermut de Alicante y el vino joven de Monastrell. A raíz de eso hubo una serie de reconocimientos, se difundió nuestra existencia y se consiguió prestigio como Vinos Alicante DOP. Lueg llegó Parker, lo que supuso un buen impulso para los vinos alicantinos y para muchas bodegas familiares como la nuestra. Todo lo que ocurre en Estados Unidos tiene repercusión en el resto del mundo y en ese momento otros importadores de otros países nos conocieron y se interesaron por nosotros.
Elaborar un producto en su tierra de origen y ponerlo en valor, marca la diferencia con el resto.
P: ¿Siguen alguna estrategia a la hora de salir al mercado para vender sus vinos?
La honestidad, sinceridad y autenticidad. Hace unos años, cuando se inició el boom de los vinos australianos que se vendían en todo el mundo, nos explicaron su plan de marketing. Salir al mercado, preguntar qué vino se demanda y hacer lo que fuera para cubrir esas expectativas. Se podía usar cualquier tipo de uva, no hacía falta seguir las normas en cuanto al viñedo, rendimiento, número de vides, etc. El concepto era tan distinto que consistía en hacer justo lo contrario de la filosofía de nuestra bodega. Años después, contactamos con un importador australiano y conseguimos venderle vinos de moscatel y Fondillón por responder a una serie de características que solo se dan aquí sin preguntar en Australia que querían. En los últimos años, hay un claro declive de los vinos australianos, que les ha hecho perder su buen posicionamiento de entonces.
P: Como exportador de vinos, ¿cómo cree que esta posicionada la marca España?
Comercialmente se ha cometido un error de promoción debido a la diversificación política de nuestro país. Franceses e italianos, en todas las ferias, acuden bajo un cartel que pone Francia e Italia, respectivamente. En España eso no ha ocurrido. La promoción depende de cada autonomía y cada una ha hecho la guerra por su cuenta. Si en otros continentes difícilmente se identifica a España, como van a hacerlo con vinos de las regiones españolas. Por suerte, en los últimos años este aspecto se ha mejorado y primero se venden vinos de España y luego cada uno particulariza y vende su vino, su región, su característica.
P: ¿Qué factores han influido en la disminución de la venta en el mercado nacional?
En primer lugar, el consumo per cápita de vino en España, y en Europa en general, lleva muchos años disminuyendo. En el mercado hay muchas más bebidas que compiten con el vino. Antes se consumía como un alimento en las comidas y ahora es algo más excepcional, en las cenas del fin de semana. En segundo lugar está la crisis que en los últimos años ha afectado negativamente ese descenso. La gente se gasta menos dinero en consumir vino o no lo toma. No obstante, en Alicante, el turismo no se ha reducido por la crisis, por lo que nuestros clientes de la costa han conseguido aguantar. Sin embargo, en el centro de España se tienen que dirigir directamente a la exportación. Solamente sobreviven y sobrevivirán aquellas empresas que tengan esa capacidad. Es un diagnostico triste, pero el mercado ha de observarse a nivel global. Hacer un producto para su venta únicamente en España es complicado. Es una mentalidad que se debe cambiar.
P: ¿Qué planes de futuro tienen para la bodega?
El reto es aumentar la exportación y abrir nuevos mercados, a la espera de la recuperación de Europa. Lo que funciona ahora mismo es el mercado asiático, sobre todo, China. Pero es muy complicado porque se exige mucha burocracia. Además, las guerras comerciales por el tema de las placas solares, han impuesto nuevas trabas a la exportación del vino europeo. China exige investigar varias bodegas europeas in situ, entre ellas alguna española. Pero a pesar de eso, nos hemos hecho un hueco allí y hemos encontrado clientes que están haciendo un trabajo serio de promoción. Hay un mercado de gente que tiene dinero y quiere productos europeos, muy identificables e identificados con zonas concretas. En cuanto el mercado madure, será más exigente.
P: ¿Se arrepiente de no haber sido banquero o funcionario?
Cada vez me arrepiento menos. Me aburriría mucho y no habría durado nada. No puedo hacer todos los días lo mismo y ver a la misma gente. Tengo que salir y relacionarme. Cada día ha de ser distinto al anterior. Quiero enfrentarme a problemas distintos. Cuando eres joven y no lo tienes claro, piensas en la seguridad. Pero luego te das cuenta de que la seguridad no existe y que hay que hacer lo que se quiere hacer. Es el truco para estar bien. Hubiera sido un fracaso de bancario y un fiasco de funcionario. Un desastre.